lunes, 14 de junio de 2010

no dejes que anochezca sobre mi ( y III)



“…Tengo miedo. Y me siento tan cansado y pequeño
que reflejo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella.)

Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!...”
Pablo Neruda



Ya sé que en ocasiones te pido que me esperes
sentada en la otra orilla,
que dejes que descargue
la tormenta que cubre mi vestido de dudas,
esa tétrica nube que me aventa las venas
de tanto en tanto.
Es un acto de fe que ni siquiera entiendes
es una inmolación de luz
sobre mi oscuridad.
No dejes que anochezca sobre mí.
Pon sobre mí tus labios
como paraguas rojos,
cubre mi oscuro ceño con tu manto de luces,
amanécete en mi,
sobre mí tu mirada.
Tu cenit luminoso de caricias y besos
disipara las nubes, escampara la lluvia,
si el tacto boreal de tus manos me toca,
se borrará mi niebla
si el secante papel que es tu cuerpo ante el mío
absorbe en un abrazo mis hondas humedades.
Enciéndeme la vida, tú,
lámpara caliente, vivificante, pura.
Pararrayos del viento que me azota en la noche
ancla donde amarrarse cuando las olas crecen.
Ven a mí, dame el día,
claridad cegadora.
Pon la seguridad de tu rotundo cielo en mi universo negro,
y los miedos del alma,
temerosos fantasmas que me agitan el pecho,
cederán a tu paso.
Levántate y no esperes que amaine mi tormenta
aunque yo te lo pida,
no me dejes tan solo para pasar mi noche.
Hazte luz ante mí,
y toma posesión de cuanto me entristece
pon tu alba de amor sobre mi helada noche,
y hallaras la profunda pasión que en mi levantas.

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails