Quise morir, moría… morir en la distancia… una nube que pasa también muere según se va alejando. Lejanía… Si muere tu fragancia, es tu fragancia la que hiere la ausencia que no es mía.
Creí dejar de ser me sentí muerto Fallecida la luz, muerta la boca que te besa. No conseguía ver, no vi lo cierto de la muerte tan fría que me toca si te vuelvo a perder.
No quedaba más vida, se agigantó el vacío opacos los colores, todo oscuro lo triste de una vida fallecida si se acaba el estío dejando sin cosecha lo más puro que derrama mi herida.
Si morir es vivir, palidez de lo mío más pálida la rosa que te llama solitaria. Tu rosa puede abrir el beso de las gotas de rocío el roce que me inflama si te puedo sentir.
Tu regreso me nace. La sangre fluye y baña de calor todo mi mundo en tu mundo. De repente renace aquello que la muerte no destruye, latido poderoso y tan profundo, que hace que la muerte nos enlace.
Ellas me hacen libre cuando dejo que vivan, que salgan de mi boca o caigan de mis dedos como una lluvia fina que sin mojar me cala. Pero a veces son barrotes de la cárcel de alma y nos cierran el paso, encadenan la vida. Mis palabras me hacen, soy mis palabras. , todos y cada uno somos aire exhalado en fonemas y sílabas, en renglones y líneas. Palabras, gran invento. La distinción del hombre de cuanto lo rodea
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