Mira, ha pasado
un ángel.
Un ángel de ojos
tristes y rotos.
El cristal de su vientre
El cristal de su vientre
se estrello
contra suelo la noche de tormenta,
mientras dentro
del baño la vida le ladraba;
jamás ya nunca nada volvía a ser igual.
Recogió como pudo las plumas desprendidas
Recogió como pudo las plumas desprendidas
de sus alas tan
blancas, tan puras, tan inmensas,
y escaleras abajo corrió en pos de la vida
que se le hubo
negado en tantas ocasiones.
Mi doloroso ángel
de los ojos tan tristes.,,
Pero siempre
retorna la primavera abierta,
con ella de la
mano, la sabia de los años
se anuda en las
gargantas, hincha los corazones
nublos y
solitarios,
germina las
pasiones que se van, que retornan.
Como la primavera,
Como la primavera,
bocanadas
profundas y decidido gesto
migró el ángel caído
de mirada serena
a unos cielos más
claros de un azul más intenso,
retoñando en
delirios de soledad y sombra.
Alimentó en su
seno el deseo de volar
por fin sin
ataduras al abrigo del viento.
Se hizo terrenal, amordazó sus penas,
Se hizo terrenal, amordazó sus penas,
descendió de las
nubes con un vestido blanco
y la carne del
padre asumió tiernamente.
Lo tropecé una
tarde en uno de sus vuelos,
ángel de luna
blanca
con esos ojos
tristes que trasforman la noche
en un crisol de
estrellas.
No sospeché
siquiera el poder de sus labios,
enredadera suave
que desgrana despacio
sus promesas aladas
,y a contraluz del miedo
enciende y
atropella con precisión rotunda
mis más oscuras
nieves.
Por él sigo
volando,
sus ardorosas
alas me envuelven en un lienzo
de caricias
furtivas,
apenas en un roce
que deja claro el sexo
angelical y
cierto, sin dudar ni un segundo,
fecundante, voraz.
Es la luz que persigo,
Es la luz que persigo,
la mirada del
ángel que ha pasado en un soplo.
Aquellos ojos rotos,
Aquellos ojos rotos,
la tristeza del
iris que me relampaguea
nueva luz que
florece en risas y promesas.
Y me siento las alas naciendo firmemente
Y me siento las alas naciendo firmemente