lunes, 20 de enero de 2014



Mira, ha pasado un ángel.
Un ángel de ojos tristes y rotos.
El cristal de su vientre
se estrello contra suelo la noche de tormenta,
mientras dentro del baño la vida le ladraba;
 jamás ya nunca nada volvía a ser igual.
Recogió como pudo las plumas desprendidas
de sus alas tan blancas, tan puras, tan inmensas,
 y escaleras abajo corrió en pos de la vida
que se le hubo negado en tantas ocasiones.
Mi doloroso ángel de los ojos tan tristes.,,

Pero siempre retorna la primavera abierta,
con ella de la mano, la sabia de los años
se anuda en las gargantas, hincha los corazones
nublos y solitarios,
germina las pasiones que se van, que retornan.
Como la primavera,
bocanadas profundas y decidido gesto
migró el ángel caído de mirada serena
a unos cielos más claros de un azul más intenso,
retoñando en delirios de soledad y sombra.
Alimentó en su seno el deseo de volar
por fin sin ataduras al abrigo del viento.
Se hizo terrenal, amordazó sus penas,
descendió de las nubes con un vestido blanco
y la carne del padre asumió tiernamente.

Lo tropecé una tarde en uno de sus vuelos,
ángel de luna blanca
con esos ojos tristes que trasforman la noche
en un crisol de estrellas.
No sospeché siquiera el poder de sus labios,
enredadera suave que desgrana despacio
sus promesas aladas ,y a contraluz del miedo
enciende y atropella con precisión rotunda
mis más oscuras nieves.

Por él sigo volando,
sus ardorosas alas me envuelven en un lienzo
de caricias furtivas,
apenas en un roce que deja claro el sexo
angelical y cierto, sin dudar ni un segundo,
fecundante, voraz.
Es la luz que persigo,
la mirada del ángel que ha pasado en un soplo.
Aquellos ojos rotos,
la tristeza del iris que me relampaguea
nueva luz que florece en risas y promesas.
Y me siento las alas naciendo firmemente

sábado, 18 de enero de 2014

sus ojos




Tiene los ojos como alas ateridas,
y rejas por pestañas. Cuando mira
sientes dos aletazos, dos heridas
negras en un azul grisáceo que expira.
 
Tiene dos rayos blancos, dos medidas,
dos calibres de luz en la pupila.
Tiene dos pozos claros y dos vidas;
su mirar claroscuro tiembla y rila
 
Tiene dos luminarias hacia dentro
y son dos llamaradas de ceniza,
opaca la ceniza, y argentina.
 
Una gama de claros en el centro,
pero hacia afuera el negro se amortiza.
Claro y negro. Y el ojo te fulmina
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