lunes, 21 de diciembre de 2009

construcción



“Un albañil quería... No le faltaba aliento.
Un albañil quería, piedra tras piedra, muro
tras muro, levantar una imagen al viento
desencadenador en el futuro.

Quería un edificio capaz de lo más leve.
No le faltaba aliento. ¡Cuánto aquel ser quería!
Piedras de plumas, muros de pájaros los mueve
una imaginación al mediodía.”
Miguel Hernandez
.


Lo raro es vivir!.
Unas mañanas el piso de la alcoba se nos hunde, profundo, lejanísimo, perdido…
Puede que al día siguiente te tropieces con el sin esperarlo.
Que raro es vivir!
Y en la albañilería de la vida, vas levantando muros, uno a uno, como los aletazos “un albañil quería, no le faltaba aliento”, para poder derruirlos una y otra vez y volver a levantarlos.
Quizá al final, si no acallas el deseo, este termina por cumplirse, y sobre esa piedra vértice será construida toda tu obra. Toda la desesperación de largas noches, toda esa inmensidad de llanto seco, argamasa, escayola, cal y arena, piedra de piedra, un muro de lamentos, va retirándose, y el tiempo, como un viejo chamán de la nostalgia, va vendando la herida, va lamiendo toda la sal que dejó esa marea.
Extraña la vida! Un andamio de rosas, encofrado de espinas, y tú, maestro de obras, sin apenas magisterio, vas haciendo una casa para que se despiece en un momento.
Sin más plano en tu plano que la mente, sin más colocación de piedra que la angular del alma, y el miedo a los derrumbes, lentamente, en la profundidad de cielo que pisamos, levantamos los muros sobre el viento, y OH cielos, allí, sobre las nubes, sobre la montaña de cascotes, surge vital, altiva, toda esa construcción tan rara de la vida.

PD: Para mis niñas, Charo, que ha sido la argamasa con que juntar mis grietas y unir por fin mis días, y Gloria, mi alter-ego en el negro, capataz de la obra de tanta vida oscura, levántate y al tajo, que queda muchísima pared por construir.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

monalisa



Yo siempre en ti pretendo una sonrisa,
y si algo te apena
desvanece de golpe mi egoísmo.
Egoísta un amor que no revisa
la cruz de tu cadena,
volcando su pasión sobre si mismo.

En el juego de sombras de tu risa
una nube de arena
se cuela de repente. Mi optimismo
cambia a dolor y cambia tan aprisa
que aprisa me condena
al negro más doliente de tu autismo

La pena de mi pena es tan precisa…
Pena, dolor y pena.
Pena de la palabra y del mutismo.
Con la sonrisa de una Monalisa
Tan bella y tan serena
derrumbas mi armadura de cinismo

viernes, 11 de diciembre de 2009

anden cero; el trenecito uno


"Y que paciencia me dá el señor,depues de leer ciertas cosas en Abril, aguas mil"
Deja que duerma tranquila en mi vía muerta. Sin ocuparme del trayecto, sin la angustia del destino, sin equipajes ni maletas que entorpezcan mi camino.
Dulce traqueteo solitario que empaca los sentidos. No hay brumas ni premuras, no hay frío ni hastío. Anestesia de piel yerta, bálsamo sin estridencias.
Es lo que soy.
Suenan las campanas en la estación, anunciando vientos otoñales. Y cierro las ventanas de mi andén mientras caen las hojas muertas de otras vidas. Bailo de puntillas en mis raíles, a salvo de cambios climáticos; al borde de mis sueños, dibujando una madeja que les da cobijo y abrigo.
Es lo que deseo

Ya cabalgas el tren de mi destino,
viajera sin el sueño de vías muertas.
Tu trayecto coincide en mi camino,
Tus angustias acaban en mis puertas.

La dulzura se mece si despiertas
la soledad que un día fue tu sino.
Desperezaste piel y manos yertas,
Adormeciste un miedo peregrino.

Y en el andén de un sueño la campana
atruena en la salida de tus trenes
con destino hacia mí cada mañana.

En el tren de mi vida vas y vienes
abierta hacia mi anden, y en tu ventana
se muestra sin temores lo que tienes.

PD: Por cierto, recalificaron el solar, jeje, y sin intervención divina, creo.

martes, 1 de diciembre de 2009

pasado



Precisamente ahora que soy feliz, muy feliz, ahora, justo ahora que han llegado los tiempos de bonanza a mis eriales, es cuando más consciente soy de lo que puede traer la sombra de repente.
No será el futuro quien nos pare, ni siquiera será el nervioso trasiego del presente, la novedad continua y sorprendente. Solo nos parará el pasado, mi pasado, que en ocasiones fue visto en los mercados, expuesto en los escaparates como si de una mercancía se tratara, susurrado en las bocas venenosas, vertido gota a gota en una ponzoña repulsiva y vergonzante, como toda vergüenza construida de iniquidad y risas falsas, de verdades falsarias y mentiras interesadas.
Es una cosa cierta, constatada, que la hijoputez no se descubre en los manteles limpios de las cenas, ni en las risas, el hijoputa suele ser el más gracioso de la fiesta, si me apuras a veces aparece disfrazado de sumiso cordero llevado al matadero, que además suele ser su hábitat, allí donde mejor se desenvuelve.
Pero para calibrar el verdadero grado de hijoputez solo es necesario, en el pasar del tiempo, despojados de conciencia gremial de condición o género, contemplar los hechos y los actos. Un hijoputa jamás deja de serlo, interactué con quien sea, siempre lo será.
Ese trasfondo permanece, perenne como la hoja del abeto viejo, y se alimenta del rencor más hondo, es un saco sin fondo que tiene una particularidad: suele ser más dañino, más vengativo y más siniestro con aquellos a los que en algún momento consideró sus victimas y por ende enemigos.
Ahora soy feliz, ya me tocaba, y por ello consciente.
Soy feliz por mi mismo, como he sido yo mismo desde siempre. Siempre entrego de mí lo que contemplas, me di todo, así soy, desde el principio.
No preciso paraguas, ni lavados de cara, ni una imagen más nueva ni más limpia.
La hijoputez no alcanzó nunca a mancharme por más que se ensañara, y todo aquel que se acerque a mi persona se verá salpicado de la inmundicia que vierte, de la espesa tinta negra del odio y del dolor de quien solo alcanza a no ser por que no puede y pretende no siendo, ser alguien.
No me paré a pensar ni por un solo instante si se posó una lengua, o cientos o miles en mi quehacer diario, tiré yo solo de mi carro sin un temblor del pulso, llevado de mi criterio y de algo que nace aquí en el pecho, llámalo dignidad, coraje, compromiso, algo de lo que los hijoputas carecen y que suele ser, con mucha frecuencia, de lo que más presumen.
No necesito coartadas, ni quiero protecciones que me tapen de nada. Me valgo por mi mismo como siempre lo hice, pero el pecho es más hondo. Yo perdono la herida, la actitud, la mentira, el oprobio, las lenguas, las maldades, la saña, la duda y la simpleza.
Olvidaré los daños, los rencores, las trampas, los engaños y el miedo.
Solo tengo una cosa para defenderme contra los hijosdeputa: mi ser y mi palabra.
No perdonaré que se me ponga en duda.
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