martes, 25 de noviembre de 2008

ni se te ocurra

Todas y cada una de las arrugas que le surcan la cara las siento como propias, en parte por que soy culpable de mas de una.
Recio, tostado, cargados los hombros con el peso de los años, los suyos y los de todos nosotros, castellano viejo, de tierra adentro.
Debutó en esta vida con mal pie, allá por principios de los treinta, en mala luna, luna mala, con los hombres muriendo y las mujeres y niños trabajando, llorando y sin comer. Casi como un turista, de la mano de su madre camino de Elche,asistió al entierro de un hombre que apenas conoció y que debió ser el padre que tanto ha necesitado y nunca tuvo. Jamás lo oí quejarse, aunque por dentro este viejo hombretón manchego ha llorado mucho esa falta de afecto.
Desde entonces, día a día intimó con Miguel Hernández sin conocerlo( Carne de yugo has nacido), sin leer ni uno solo de sus poemas, sin apenas sospechar que nadie reunió nunca mejor que él el perfil necesario.
Luchó por la vida mientras que pudo y aun después, malas pulgas, pero con una ternura que encuentras apenas escarbas un poco en el barbecho de su alma.
Siempre envidié esa mirada limpia, esos ojos francos, ese carácter vehemente y arrebatado con que defiende sus posturas, sus amores y esa hombría de bien con que quiso regalarme y no estoy muy seguro que consiguiera. Con un simple ademán de sus manos grandes y morenas despejaba mis dudas y mis temores cuando era un niño, de la misma manera que lo intenta ahora, pero por desgracia para los dos con bastante menos éxito. Siempre quise su apoyo, siempre lo busque, siempre lo encontré, y muchas veces, mas de las necesarias lo rechacé. A la vuelta, siempre vuelvo, allí esta, frente alta, buena cara, ojos francos, mala leche.
Gracias, gracias por todo, padre, por lo que has hecho y por las intenciones. Ese chiquillo al que atropello la guerra se hizo hombre, el otro al que tu jamás fallaste espero que también, aunque sea mas bien tarde.

No cambiaría ni una sola coma, pero ni se te ocurra, viejo, ni se te ocurra.
Papa, siempre luchaste por mi vida, lucha ahora por la tuya, por mi y por ti, por todos nosotros. No vayas a dejarme tan solo ahora...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosísimo homenaje, Uno. Estoy segura de que siemppre se sintió orgulloso de ti.

Un beso

Andaya dijo...

Mañana te llamo, ni se te ocurra no contestar porque puedo ser muy muy pesada.

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