domingo, 25 de julio de 2010

el trapecista triste



“…Cuéntame como juega en las alturas
tu corazón, cuando el amor aplaude,
cuando al final del número violento
se ilumina la carpa de la tierra...
Cuando no se si descendiste o vuelas
y sin embargo vas y estás conmigo
no se si a la caída o al destierro,
pues del salto mortal que hay en las horas
sólo sabrá quien inventó el dolor…”
Carmen Alardín –CANTO PARA UN AMOR SIN FE-




No parece trivial y lo parece
palparse los bolsillos
en busca de una idea para asirse.
Cuando suena el silencio
y aúllan los latidos a lo lejos.
Cuando llega la muerte de la pólvora
que dejan los disparos de unos besos,
la vida es un cartucho de fogueo.

Otras veces, si doblas esa esquina
que se enrosca en la sombra,
aparecen los ojos de la luna
con las cuencas vacías de promesas.
Ya no te queda nada por mirarte,
no se sostiene el peso de tu cuerpo,
no dejarás de ser, no ser, posarte
allí donde se sientan los más tristes
a la espera de un ultimo saludo.

Gesto final, en un intento vano
de asumir elegantes la derrota.
Y sin embargo llegan otras veces
cuando no encuentras asas a la vida
que ves, en el rincón más viejo
de la memoria gris, difuminado
aquello de lo que tú naciste:
Sonido, fuerza, luz, la herida abierta
y un último trapecio que gravita.

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