
El punto equidistante entre mi dedo
y toda la extensión de tu desnudo,
lo que mi llama quiso y nunca pudo
aquello que me altera, gozo y miedo.
La lozana extensión de mi denuedo
trabajo que me obceca y donde mudo
de sentido y dolor, enlace y nudo
desatado de mi, quiero y no puedo.
Como un abanico que se extiende
y el ojo temeroso lo transita
mientras la mano trémula pretende.
El tacto de tu piel me delimita,
apagado contacto que se enciende,
hoguera que tu cuerpo solicita
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