
Voy saltando trincheras tan seguro
de la inseguridad y de los miedos.
Ofrezco cálices al cielo más maduro
desde la inmadurez que dan mis dedos.
Vuelo pájaros, restaño cicatrices
con el punto de cruz que dan los años.
Y los paso de grises a felices
en la infelicidad y sus aledaños.
Este esquimal que habita mis adentros
cambió de meridiano, fecha y hora.
Es el día la noche por mis centros
Sobre mis periferias no se llora.
Pesa la gravedad de imaginero
en el confín dolido del pasado.
En un taller de sol y de aguacero
tallé mis dolorosas sin brocado.
Suelto lastre, desciendo mis barrancos
al pulso de una pértiga de sueños.
Mido pasos con vocación de trancos
que nacen de zapatos más pequeños.
Pero otras noches tiemblo en el reverso,
otros días se nublan, se oscurecen.
Siento letras que faltan en mi verso
donde mis soledades enloquecen.
Hay un espejo dulce que me invita
a pasar: “Esta puerta no te inmola”.
Entro, pero la soledad me solicita
en muchas ocasiones no estar sola.
3 comentarios:
Por cada peldaño que subimos y aun haciéndonos llegar mas alto, siempre hay un reverso acechándonos…
Siempre un placer leerte ;-)
Muackss!!
SNIFF, SNIFF
Valle, ya era hora.
Dichosas las letras.Hablamos, tengo mucho que contar.
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