Como si nada fuera para siempre, luces tan hermosa como nadie lo fue nunca. Y ahora a cada paso vivo tu risa junto a mí. Mi pequeño ángel, si miras hacia abajo me verás ahí, orgulloso de ser como tú. Me haces ser mejor, y cuando me duermo por las noches agradezco todo lo que me rodea, y sueño probar el aliento de cada momento, de la confianza y la conciencia que me da haber amado en la mejor de las oportunidades, en esta oportunidad que me concedió la providencia sin final.
Ellas me hacen libre cuando dejo que vivan, que salgan de mi boca o caigan de mis dedos como una lluvia fina que sin mojar me cala. Pero a veces son barrotes de la cárcel de alma y nos cierran el paso, encadenan la vida. Mis palabras me hacen, soy mis palabras. , todos y cada uno somos aire exhalado en fonemas y sílabas, en renglones y líneas. Palabras, gran invento. La distinción del hombre de cuanto lo rodea
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