viernes, 6 de agosto de 2010

aprendiz de brujo (revisión)


No se hizo la ocasión para aprendices…
Si tienes el estante tan vacío,
-los sapos macerando, cicatrices,
moraduras y marcas del hastío-

tu caldero se torna pesimista.
Harto y ciego de proferir conjuros,
de iluso corazón, ilusionista,
ayuno de la magia de lo puro
que en el aire me deja una palabra:
¡No hay nada por aquí, te lo aseguro!
Toc, Tic, veras! Abra Cadabra!

Y después del conjuro
el triste trapecista
de un solo y simple movimiento
aparece en el fondo de la pista,
en el rincón más apartado y más oscuro.
Allí donde su pobre encantamiento
está seguro.

No manejas los resortes en el mundo
con el caldero medio lleno.
No se nace a la luz en un segundo.
Lo malo y lo agradable de ser bueno
en pruebas y en intentos,

en intentar pociones

y otros encantamientos

con el fondo del caldero tan profundo

en muchas ocasiones

te dejan más vacío de tan lleno.

Brotan de la marmita decepciones
-los logros son alucinaciones-

mira el relámpago y el trueno.


Este sombrero a veces queda enorme
para este Merlin de pacotilla.
Un aprendiz sin otros privilegios
que un gorrito de papel deforme
que deforma a su vez los sentimientos
Solo un encantador sin sortilegios

que nunca está conforme.
Una varita rota, una cerilla
y más que encantamientos
sacrilegios.



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