
No se hizo la ocasión para aprendices…
Si tienes el estante tan vacío,
-los sapos macerando, cicatrices,
moraduras y marcas del hastío-
tu caldero se torna pesimista.
Harto y ciego de proferir conjuros,
de iluso corazón, ilusionista,
ayuno de la magia de lo puro
que en el aire me deja una palabra:
¡No hay nada por aquí, te lo aseguro!
Toc, Tic, veras! Abra Cadabra!
Y después del conjuro
el triste trapecista
de un solo y simple movimiento
aparece en el fondo de la pista,
en el rincón más apartado y más oscuro.
Allí donde su pobre encantamiento
está seguro.
No manejas los resortes en el mundo
con el caldero medio lleno.
No se nace a la luz en un segundo.
Lo malo y lo agradable de ser bueno
en pruebas y en intentos,
en intentar pociones
y otros encantamientos
con el fondo del caldero tan profundo
en muchas ocasiones
te dejan más vacío de tan lleno.
Brotan de la marmita decepciones
-los logros son alucinaciones-
mira el relámpago y el trueno.
Este sombrero a veces queda enorme
para este Merlin de pacotilla.
Un aprendiz sin otros privilegios
que un gorrito de papel deforme
que deforma a su vez los sentimientos
Solo un encantador sin sortilegios
que nunca está conforme.
Una varita rota, una cerilla
y más que encantamientos
sacrilegios.
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