Silencio.
Es mejor el silencio.
Yo Saturno, devorador de hijos, de su pan y sus sueños
es mejor que me cubra de silencio.
La inmensidad de Coelus, sus luces y sus sombras, sus tormentas, sus nubes, me condenaron a la contemplación y la obediencia. Los hijos de los dioses suelen ser cobardes, la solución menos dolorosa contra la omnipotencia.
No es fácil ser hijo de un Dios. Mientras tanto Tellus, la madre tierra observaba impotente, cálida y transparente, minimizando daños y Rea no ayudó mucho, casquivana y volátil.
Yo, Saturno, trasegador del vino, solicito silencio.
Heme aquí reducido a la condición de simple mortal, en una digestión repetitiva
de la parte de mi que más quería en busca del refugio, del Lacio prometido, donde empezar de cero.
No reclamo el derecho de defender mis actos, pues aun siendo dios en el pecado llevo la penitencia y sellaré mi boca. Los actos de los dioses por estos serán juzgados.
Y no pido clemencia, del cielo no me vino y no la reclamé.
Justo es que responda por ello.
El pan de mis hijos no fue muy nutritivo y ahora que empiezo a estar gordito es justamente cuando como de otras cestas.
La transición de divinidad a humano la llevo como mejor puedo y reconozco que
haya ciertas cosas de los hombres que no puedo entender.
Silencio, murieron los dioses, sin un solo responso. Silencio
Es mucho mejor así.
1 comentario:
buena entrada...reconocer que hay cosas que no se pueden entender.devorador de hijos...pan y sueños....muy interesante.
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