martes, 7 de abril de 2009

el perro verde

Un perro huidizo, lastimero, y verde
viejo saco de pulgas, amasijo de huesos
renqueante, sin voz, el ladrido se pierde
desterrado en la calle, sin calor de los besos.

Despeluchado, sucio, temeroso, aterido
vagabundo, cansado de aposentar esquinas
hambriento, receloso, apaleado, huido
gruñendole a la vida al tiempo que camina.

Llegó un tarde seca de lágrimas saladas
a un andén con farolas de tristeza serena
entre viejos vagones, sobre vías gastadas
pudo ladrarle al mundo el dolor de su pena.

Tan solo un pedacito de los hilos de plata
que dibuja la luna al salir de las nubes
pretendía observar, y entonces una gata
desde su mirador gritó ¿por que no subes?

En un rincón caliente, reconfortante, lleno
de las hojas que el viento barre de los paseos
se acomodó y por fin pudo dormir sereno
pensando que se cumplen a veces los deseos.

Y hablaron de los sueños, de la voz y la vida
y agitaron el miedo que del dolor se espera
muchas veces la gata se quedaba dormida
mientras ladraba el perro al calor de la hoguera

Pero el perro era verde, y verdes los instintos
pánico a las alturas que transitan los gatos
pudieron ser amigos, pero a su vez distintos
sin embargo les chifla jugar con los zapatos

Perro verde sin dueño, reflejo de la bruma
espejo de los vientos, cansado y verde perro
sobrevives feliz nadando entre la espuma
abocado a la vida, esperando tu entierro.

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