mi rendición

Si siento tus manos sobre mí tengo miedo, miedo cerval a perderte.
Si tus labios acarician los míos tiemblo como un colegial, se levanta en mi
toda el ansia que llevo dentro desde que el tiempo cuenta.
No puedo resistirme a ti, ni siquiera lo intento, acepto sumiso y feliz tu propósito firme de amarme hasta el fondo, de amasar mi vida y mi cuerpo, de despeñarme desde el precipicio del deseo que me arrastra contigo a una caída libre y desesperantemente lenta.
Solo quedan en mi lenguaje afirmaciones de ti y tus manos, de todo el poder que tu cuerpo desata ante el mío, soy incapaz de articular nada que no quiera decir sí, sí, siempre sí.
Así es, y así debe ser. Así lo quiero y lo deseo estremecidamente.
No puedo dejar de pensarte.
No puedo